jueves, 24 de marzo de 2011

5º MINGAKO KULTURAL

Cuando me embarqué en esto de la realización de una actividad artística-cultural en mi lof de origen el objetivo principal fue aportar al fortalecimiento de la organización comunitaria. Ese es un objetivo de mediano a largo plazo. Siempre lo supe. Y a medida que los años han ido transcurriendo he aprendido a construir sobre la marcha, porque nunca se puede estar plenamente seguro de quienes llegarán, ni de cómo habrá de ser realmente su participación. Creo que ese ha sido mi principal aprendizaje, y no es menor ya que provengo de una generación que fue enseñada a planificar hasta los últimos detalles. Otro aprendizaje, aunque es más una constatación, es la actitud pasiva - frente a casi cualquier acontecimiento - mostrada por quienes han permanecido en Saltapura. Lo digo así, porque recuerdo la época de los 70 – siendo casi un niño – en que los viejos (adultos) de entonces y también algunos/as jóvenes participaban activamente en los asuntos de esa época. Hubo o se dieron en Saltapura hermosos momentos de organización en torno a diferentes motivaciones. Por ejemplo, el palin que se dejó de practicar a principios de los 70, o el levantamiento de un club de fútbol (Lucero) en la primera mitad de los 60, o las actividades del Comité de Pequeño Agricultores en los tiempos de la UP. En esa última experiencia, los viejos llegaron a contar con un tractor para el cultivo de las tierras de Saltapura y alrededores, y después de una máquina cosechera. Esa fue una verdadera revolución en lo laboral. Recuerdo, sí, que todas esas experiencias contaron con uno o más líderes que pusieron todo su empeño en conseguir el objetivo y la participación activa de la mayoría. Eso es lo que echo de menos: el Saltapura que conocí siendo niño y apenas adolescente.

Los años de dictadura y de Concertación y otros asuntos han llevado a la mayoría de la población de Saltapura a la espera de la asistencia oficial: ha sido un aprendizaje fatal como muchos otros, desde que nos “conquistaron” a fuerza de fusiles en los años 80 del siglo XIX. Por eso, el mingako – sabía – no sería una actividad que prontamente se instalara. Y así ha sido. Y tampoco sé si algún día se habrá de institucionalizar.

VERSIÓN 2011

Habiéndose celebrado el 1º en julio de 2007 y todos los demás a fines de enero, éste se realizó el 12 de febrero, porque hubo un macitun doble allá por el veinte y tanto, y también porque estuve extremadamente ocupado en lo de vivir.

Paralelamente, invité a mis 7 hermanos/as a que nos reuniéramos en ese fin de semana. Quería compartirle a ellos lo que hago. Además, el tema acordado “Mapuches en la ciudad” les tocaba a la mayoría. Les pedí que invitaran a sus hijos/as y nietos/as. Por eso la sala esa tarde abundaba de Raguileo Ñancupil. (Esos fueron también mis apellidos en mi infancia. En la escuela registraban de ese modo mi presencia.)

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