lunes, 2 de febrero de 2015

EL PIAM DE LOS CHILENOS



Erwin Quintupill

El piam es cualquier tipo de relato sin antecedentes objetivos[1], por lo tanto, están sujetos a la duda. Sin embargo, en la visión mapuche se pueden distinguir, al menos, dos tipos de piam:

ü      Aquellos que narran acontecimientos ocurridos en tiempos remotos o, al menos, no recientes, de modo tal que no es posible alegar falta de veracidad. En general, están instalados en el imaginario de todos. Ejemplo de ello es el relato de Kay Kay y Xeg Xeg o cualquier otro que la bibliografía oficial[2] denomina relato mitológico.
ü      Aquellos que narran acontecimientos recientes y que por algún factor – conocido, generalmente, por el emisor – resultan poco creíbles. Se trata de un rumor. En muchos de estos casos, las personas se refieren a ellos de modo despectivo.

Es esta última acepción la que da origen al título del presente artículo.

Por otra parte, la alusión a los chilenos tiene relación con su propio imaginario, instalado a través de la institucionalidad[3]; pues, entiendo que el chileno común es el producto de un plan mayor en el que juega un rol importante el sistema educacional, la Iglesia Católica y últimamente los medios de comunicación masiva. (En la actualidad, ocurre lo mismo con nosotros). En otras palabras, el chileno y chilena común se expresan según la opinión de otros y resultan ser sólo un medio para reproducir los prejuicios y estereotipos creados por la clase fundante y gobernante de todos los tiempos.

Así, entonces, este artículo recurre a la bibliografía oficial para destacar aquello que desde mi perspectiva constituye un prejuicio o en el mejor de los casos una opinión sesgada por falta de rigor científico. Todo ello, respecto de nosotros: los mapuche.

El por qué de esta reflexión

Porque es común escuchar intervenciones que más que aportar a la aproximación entre dos mundos diferentes profundiza sus distancias, al punto que, en las mal llamadas comunidades mapuche[4] surgen expresiones que desconciertan a no pocos wigka[5] simpatizantes de lo mapuche.

Algunos conceptos que vagan de boca en boca, de opinión en opinión que me han motivado a este escrito y a una conversación a desarrollar en el contexto del 9º Mingako Kultural[6] son:

Traducción


nguenechen
dios
pillan
demonio
kalku
brujo
guillatun
rogativa
nguen
dueño
we xipantu
año nuevo

En las conversaciones cotidianas, cabe preguntarse quién/quiénes dieron origen a estas traducciones, cómo y por qué. E incluso, con quién.

Breve comentario acerca de ellos

Nguenechen – Dios: En las conversaciones con gente mapuche antigua, el concepto nguenechen no aparece de entre sus dichos. Por su parte, los cronistas españoles no lo mencionan; en cambio, sí se refieren a “pillán”[7].

Kalku – brujo: Los kalku son personas que no eligen su condición, sino que del mismo modo que las/los maci llegan a estar en posesión de conocimientos extraordinarios por “elección de un espíritu”. Ante la exigencia de reciprocidad, pueden llegar a producir daño a otras personas.

Guillatun – Rogativa: Ceremonia que pretende incidir en la naturaleza para propender al equilibrio cósmico o corregirlo en caso de catástrofes. Los mapuche no “rogamos” como los  cristianos; nos presentamos frente a las energías que mueven el cosmos guiados por el principio de la reciprocidad, es decir, recibimos y damos.

Nguen – dueño: Todo posee su gen. En lenguaje científico, se equipara con la energía potencial gravitatoria. Considero que en los últimos tiempos el concepto gen se ha ido trasladando al de una divinidad situada sólo en algunos espacios como ríos, bosques, pantanos, etc. Sin embargo, los relatos nos hablan de que la gente “hablaba” con todas las cosas.

We xipantu – Año nuevo: En la cultura wigka el tiempo transcurre linealmente, sin regreso, excepto en otras culturas como la nuestra. En nosotros, el tiempo transcurre cíclicamente, regresa, vuelve. De modo que incluir entre las efemérides escolares la celebración de we tripantu el 24 de junio de cada año, no sólo es un error – si lo es – sino que constituye una imposición porfiada, de menosprecio a nuestro modo de entender el mundo que habitamos – como tantas otras – que no llega a ser un aporte al desarrollo de las culturas primigenias como dice el discurso oficial.

Otros conceptos de lo cotidiano

Araucanía para referirse al territorio mapuche. De ese modo dejan a la mayor parte de los mapuche fuera de la conversación. Los conflictos se sitúan en la demonizada Araucanía. Fuera de allí, todo está bien.

Nosotros sobrevivimos en fragmentos de nuestro ancestral Wajmapu; pero, lo seguimos llamando así, excepto aquellos/as que institucionalidad chilena y cristianismo mediante lo creen de modo diferente.

Comunidad es una palabra que nos lleva a pensar en un sitio idílico, casi edénico, en el que la vida transcurre de modo sencillo y aceptable.

El discurso oficial dice que nosotros habitamos comunidades y hasta se han creado en los medios urbanos. Estos espacios son reconocidos asignándoles una Personalidad Jurídica para que puedan postular a fondos concursables. Las llamadas comunidades son espacios legales en el que la participación está reducida al mínimo, por culpa nuestra, claro.

La historiografía oficial ha estado utilizando el concepto mapuche lof para denominar ese espacio legal en el que sobrevivimos; sin embargo, resulta inadecuado. Los mapuche actuales también lo utilizamos; pero, es definitivamente inadecuado porque el lof fue fracturado por el Estado al momento de invadirnos a fines del siglo XIX. Los restos de lof en que nuestros abuelos quedaron les fueron entregados mediante Títulos de Merced. A partir de allí se crearon los espacios que actualmente son conocidos como comunidades en el campo.

Nuestros padres llamaban Reducción a ese espacio. Fue en tiempos de Dictadura en que la denominación comunidad comenzó a ser utilizada con más frecuencia y definitivamente se instaló en los gobiernos de la Concertación por la Democracia. Actualmente, los funcionarios del Estado no aceptan ese modo de llamar los reducidos espacios en que habitamos.


Faltan preguntas acerca del entorno histórico, en ambos lados. Algo lo impide. En mi opinión, ciertas falencias – naturales o instaladas – que hacen que las personas no indaguen responsablemente, quedándose en el puro y simple piam. Siendo, este modo de ser, parte de ambas culturas – mapuche y chilena –, corresponde – frente a asuntos como el que nos ocupa – ir más allá del “dicen” o “cuentan”. El momento histórico lo exige, las circunstancias.


Sin título
Dibujo de Fernando Raguileo




[1] Quintupill, Erwin. Relatos orales mapuche en la comunidad de Saltapura. En http://mingakokultural.blogspot.com
[2] Llamo bibliografía oficial la producida – inicialmente – por autores no mapuche y ampliamente difundida a través del curriculum chileno.
[3] Inicialmente esta postura frente a lo no wigka debió provenir de expresiones cristianas que negaron credibilidad al discurso de los llamados – ahora – pueblos originarios; al mismo tiempo, la ciencia occidental se instala como única fuente de conocimiento.
[4] El Estado chileno se apropió violentamente de nuestro territorio ancestral, nuestro Wajmapu, y nos dejó sobreviviendo en un espacio extremadamente reducido. A partir del trabajo realizado por la Comisión Radicadora, a principios del siglo veinte, los mapuche llamaron reducciones a los retazos que les reconocieron y en los que continuamos viviendo aquellos que no han emigrado o hemos regresado. La “Concertación por la Democracia”, a través de su primer y posteriores gobiernos – adoptaron la denominación de comunidad, pues la palabra “Reducción” explícitamente reconoce la verdad histórica, en cambio la palabra “Comunidad” invita a percibirnos más cercanos a la idea de “buenos salvajes”.
[5] El concepto wigka se utiliza aquí para referirse a cualquier persona no mapuche y no en su acepción peyorativa.
[6] Mingako Kultural:
[7] El padre Rosales en su Historia del Reyno de Chile, Tomo I, p. 162, dice: “Son estos indios de Chile los más bárbaros de las Indias, porque ni conocen al verdadero Dios, ni tienen otros dioses, ni ídolos que adorar, culto ni adoración, ni tienen sacrificios, ni ofrendas, ni invocaciones. Sólo invocan al Pillán y ni saben si es el demonio ni quien es”.

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