miércoles, 7 de marzo de 2018

LA SIRVIENTA COMO ESCLAVA


Imagen: Saltapura, enero 2017.
(Un regalo para ellas)
Fotografía: Erwin Quintupill

La servidumbre, la sirvienta, la criada, la muchacha, la ayuda, la nana, la cholera, la gata, la mucama; a la empleada doméstica se le conoce con infinidad de nombres, despectivamente. Sin embargo es la empleada más importante, paradójicamente es la mal pagada, la explotada y la esclavizada en un modelo de sociedad que utiliza a los parias como trampolín, como escalera, como el soporte más importante para sostener la explotación de unos para beneficio de otros.

Infinidad de teorías, estudios, conceptos y definiciones se pueden escribir en tomos de tomos para justificar la existencia de la sirvienta, sin embargo este trabajo no tiene justificación alguna; es la explotación de una mujer para que otra logre el beneficio de la realización profesional y personal. Un sistema que milenariamente ha mantenido el modelo funcional a las minorías.

Gracias a que estructuralmente se le ha negado el acceso a la educación a los parias, y a las mujeres en particular, miles de niñas, adolescentes y mujeres se ven obligadas a trabajar en el servicio doméstico, situación que beneficia a muchas familias de la clase media, la burguesía y la oligarquía, a quienes en muchos casos les importa un comino la equidad y la igualdad social, porque la inexistencia de éstas las beneficia.

Y así es como vemos a feministas y a defensoras de derechos humanos que no están excluidas de este sistema y forman parte de él muchas veces adrede, porque “qué culpa tienen ellas, si ya estaba así cuando nacieron y para qué ponerse a pelear con él”. Las vemos asistiendo a conferencias, dictando seminarios sobre la equidad y los derechos de la mujer, sobre el acceso a la educación, mientras en sus casas hay otras cuidando a sus hijos, limpiando su casa, planchando la ropa, limpiando sus baños y trapeando sus pisos. Otras que gracias al sistema de explotación no gana ni el salario mínimo y carecen de beneficios laborales.

Y vemos cómo milenariamente, familias completas logran el desarrollo, la oportunidad de acceso a la educación superior, mientras otras les sirven de soporte, de piso, de almohada. Esa almohada suave que las cobija y les cuida el sueño a cambio del dolor de ser explotada, insultada, tratada como un mueble viejo, no como persona. Una sirvienta que no se cansa nunca, a la que no le duele nada, una sirvienta que no piensa, no ve, no escucha y no habla, solo cuando tiene que decir: sí, señora, sí patrona. Porque si siente, si escucha, si habla, si interactúa como persona, será despedida por abusiva, por salida, por igualada. Por eso existe la sirvienta, por eso existe el trabajo de la servidumbre, porque son tumbas que además limpian las porquerías de sus empleadores. Y si vamos más allá, también son la cama para enfriar las calenturas del patrón, sus amigos y sus hijos.

Mientras la patrona y sus hijas logran asistir a la escuela, a la universidad, desenvolverse profesionalmente, la empleada doméstica se pudre entre cuatro paredes, se pudre entre los pisos sucios y las ollas por lavar. Una empleada doméstica que también tiene sueños, que también anhela, que también siente. Una niña, una adolescente y una mujer que sueñan con asistir a la escuela, a la universidad, con cambiar de vida. Madres que tienen hijas que también serán sirvientas, muchas veces de las hijas y de las nietas de sus patronas. Una cadena de injusticia social que beneficia a unas y explota a otras.

¿Quién en sus cinco sentidos, quisiera trabajar de sirvienta en lugar de tener acceso a la universidad y realizar sus sueños? ¿Quién cambiaría un escritorio de universidad por un cepillo de lavar baños? ¿Quién cambiaría un salario justo por la explotación de no tener derechos laborales? Con esto no quiero decir que el trabajo del hogar corresponda exclusivamente a la mujer, no se trata de alimentar estereotipos. Aquí el punto es otro.

Y vemos a través de la historia del tiempo el avance que ha tenido la mujer, como género, cuando se coloca en el foco a las profesionales que han salido del hogar para desarrollarse profesionalmente, pero quedan en la oscuridad las miles de parias que son el soporte en la invisibilidad de la explotación. ¿Existe realmente el avance en derechos de género? Tal vez para unas, dependiendo de su condición social. Porque el paria, será paria en cualquier lugar.

Y vemos doctoras, ingenieras, docentes, periodistas, feministas, artistas, deportistas de alto rendimiento, empresarias muy exitosas y reconocidas por su humanidad y la excelencia en su trabajo, con éxito logrado por esfuerzo propio… y el soporte de una niña, adolescente y mujer que no pudo desarrollarse porque su condición de paria la obligó a trabajar en la servidumbre. ¿Injusticias de la vida, del sistema? ¿Cómo una mujer puede desarrollarse profesionalmente, hablar de humanidad y luchar en teoría por los derechos de género teniendo a una empleada doméstica en su casa? ¿Cosas del feminismo burgués? ¿Cosas del aprovechamiento del sistema? ¿Cosas de doble moral?

Y como sabemos que en los males de la sociedad el del servicio es perenne, es también urgente que se dicten leyes que las beneficien laboralmente. Que estas mujeres tengan derecho a un salario justo, a vacaciones pagadas, bonos de los que gozan los empleados de cualquier empresa. A reposo por los días de enfermedad, a servicio médico. A horario de entrada y salida con horas extras. Que tengan todos, todos los beneficios laborales. Es lo mínimo que se puede hacer con personas tan importantes en la sociedad. Y es urgente también que deje de existir la explotación infantil, estas niñas y adolescentes no deberían estar trabajando en casas, deberían estar estudiando.

¿Qué sucedería con estas  mujeres profesionales el día que quede abolido el trabajo de la servidumbre? ¿Se organizarán en casa con sus familias y ellos mismos limpiarán su propia mierda? Dudo que esto llegue a suceder, porque de la servidumbre se aprovecha el perro y el gato, ¿y quién en su sano juicio quiere perder privilegios? Ojalá, algún día, en la memoria familiar y en la memoria colectiva se recuerde a quienes desde las sombras fueron el soporte para el desarrollo de tantas mujeres a través del tiempo.

Ilka Oliva Corado
Punto Final N°891.

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